Normalmente las personas que me conocen dan por supuesto que me gusta conducir ya que me dedico a la formación vial.
Nada más lejos de la realidad, lo que me encanta es la formación.
Formar parte del proceso de aprendizaje de un alumno que no sabe conducir o de alguien que quiere re-aprender a conducir de otra manera, como por ejemplo: Sin miedo.
Como facilitadora en la gestión emocional del miedo a conducir, me doy cuenta que son muchos los factores clave que propiciaron que me convirtiera en la conductora que soy pese a los miedos iniciales.
Y son esos factores los que hoy quiero compartir contigo porque estoy segura que te serán de ayuda.
Aprendiendo a conducir | Conductora pese al miedo a conducir.
En moto:
Con 17 años me apuntaron a la autoescuela, y digo «me apuntaron», porque mi interés por conducir en aquel momento era 0. Quizás llegara a ser una buena conductora pese al miedo a conducir…
Para mi padre era algo necesario y útil para el futuro, así que hoy le agradezco que lo hiciera, él conducía desde siempre y disfrutaba de llevarnos a cualquier sitio con su coche.
Para poder conducir una motocicleta de hasta 125cc tuve que hacer un examen teórico que aprobé a la 1era y uno práctico en un circuito cerrado que aprobé a la 4a. Ya te puedes ir haciendo a la idea de que yo no era muy hábil 😉
Poco a poco fui conduciendo con la moto trayectos cortos dentro de mi ciudad y lo que recuerdo de aquellos momentos es que si me equivocaba, con la moto era fácil rectificar:
- Podía apartarme y pararme en casi cualquier lugar si me perdía o no sabía muy bien el camino por donde tenía que ir.
Con la moto, aprendí a circular, observar la señalización e interpretar las diferentes situaciones.
En coche:
Con 19 años empecé a hacer prácticas de coche pese al miedo a conducir de no saber hacerlo bien.
De nuevo, mi interés era 0, pero era algo asumido en mi entorno familiar que en ningún momento me cuestioné.
Aún y que conducía desde hacía dos años motocicleta y que aprobé a la 1era el examen práctico de coche, destiné un numero considerable de prácticas para aprender. En teoría deberían haber sido menos horas, pero fue las que necesité.
En este punto, agradezco la paciencia y el interés del que fue mi profesor.
Claves que me ayudaron:
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Ver la conducción como algo natural desde pequeña gracias a mi padre.
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Compartir el aprendizaje con mis amigas.
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Conducir con la moto por trayectos conocidos y con la facilidad de poder equivocarme.
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Un profesor de 10 que me enseñó con paciencia, comprensión y de manera divertida en el coche.
Mis primeros pasos como conductora pese el miedo a conducir.
La percepción de empezar a conducir con el coche fue diferente que con la moto, no me parecía tan fácil y hubieron momentos en los que lo pasé realmente mal.
No tenía coche y tampoco lo necesitaba.
Mi padre me dejaba su coche los sábados para que saliera con las amigas y semana tras semana se convirtió en una rutina.
Puedo confesarte que hubieron momentos en los que prefería ir andando o con mi querida moto, pero me lo tomé como una obligación ya que las primeras semanas conducía trayectos de no más de 10 o 15 minutos.
- Conducía unos 5 minutos sola hasta que recogía a alguna amiga. Los cinco minutos más largos te toda mi vida.
- Se me calaba cada dos por tres el coche porque yo había aprendido con un diésel y el que conducía era gasolina.
- En las rampas sudaba, rezando que el coche no se me fuera hacia atrás.
- Si encontraba aparcamiento pero algún otro conductor tenía que esperar detrás, me iba.
- El coche de mi padre no se salvó de alguna que otra rascada, algún bordillazo y de un intermitente que un día le rompí.
En fin, fueron muchas semanas de pequeños trayectos con los que fui ganando confianza y seguridad al hacerles frente pese a los malos ratos que pasaba.
Claves que me ayudaron a reafirmarme como conductora pese al miedo a conducir:
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El apoyo de mi familia: Siempre me animaron a conducir pese a las rascadas y el intermitente roto.
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Asociar el poder conducir con buenos momentos de ocio: Aunque iba unos minutos sola, después tenía la recompensa de encontrarme con mis amigas. Y así, poco a poco, fueron aumentando los minutos de conducción sin ellas.
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Aprender de los errores: Fueron muchos los errores y las equivocaciones. Aunque en un primer momento me hacían sentir mal conmigo misma, seguía hacia delante sin reprochármelo intensa y prolongadamente.
Mi conducción hoy en día.
Hace más de 20 años que conduzco y aún me pongo un poco nerviosa:
- Cuando hay mucho tráfico en movimiento.
- Por vías que no conozco.
- En situaciones que no estoy muy acostumbrada a conducir como nieve o niebla.
Claves que me ayudan:
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Mi diálogo interior: Me trato con paciencia y comprensión.
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Preparar los trayectos desconocidos: Salir con tiempo, ayudarme del GPS y decirme a mi misma que no pasa nada si me pierdo, ya daré la vuelta cuando pueda.
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Extremar la precaución sin atormentarme.
Pero aún hay algo más y es algo muy personal…
En los últimos años, primero por cuestiones personales y después por el estrés diario al que muchas personas hoy en día estamos expuestas, he sufrido algún que otro ataque de ansiedad.
Por suerte, cuando apareció el primer ataque de ansiedad ya tenía mucha información y conocimientos de cómo poder hacerle frente así que viví la experiencia con curiosidad y asombro.
Curiosidad por ser consciente de lo que me estaba pasando y asombro porque no creía que me pudiera estar pasando a mí.
El error había sido no prevenirlo.
Si te cuento esto es porque aunque yo no he sufrido estos ataques de ansiedad conduciendo, tengo clientas que sí.
La ansiedad es la activación psicofísica de emociones como el miedo, así que quiero compartir contigo las claves que me están ayudando a mí, a que la ansiedad no vaya a más y no influya en mi vida.
Claves que me ayudan:
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Detectar y aceptar los síntomas: Darme cuenta de cómo un pequeño temblor interno va en aumento y dejarlo pasar.
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Estar alerta con los pensamientos: No potenciar los síntomas con pensamientos de alarma. Son síntomas naturales de mi cuerpo que me están avisando de algo.
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Practicar Mindfulness y técnicas de relajación: Aprender a parar, respirar, contemplar y ser compasiva conmigo misma.
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Agradecer: Agradecer cada día los pequeños detalles que me hacen feliz, hace que la balanza se incline hacia todo lo positivo que me ofrece la vida.
¿Me explicas algo sobre ti?
¿Cómo fue tu experiencia de aprender a conducir?
¿Conduces actualmente o dejaste de conducir?
¿Crees que las claves que he compartido contigo pueden ayudarte? ¿Se te ocurre alguna más?